¿Cómo entendemos la relación entre psicólogo y paciente?

Aquello que es esencial y común a toda psicoterapia es el hecho de que uno de los principales factores curativos es la relación personal entre psicoterapeuta y paciente, también conocida como relación terapéutica. La tarea del terapeuta consiste en crear una relación interpersonal apropiada para que se dé una experiencia emocional en la que el paciente pueda entender realmente lo que le pasa, evitando que sus palabras se queden en una simple teorización intelectual de lo que le está sucediendo.

Durante las sesiones, el terapeuta escucha y trata de entender. Dirige toda su capacidad hacia la comprensión de aquello que el paciente le comunica, con actitud respetuosa, no crítica, sin emitir juicio, sin permitir que sus propios sentimientos, actitudes y valores interfieran en este esfuerzo de comprensión, ni condicionen la relación entre ambos. Ello da lugar a que el paciente, quizá por primera vez, tenga una experiencia de sí mismo y reciba un mensaje de aceptación y respeto, por el simple hecho de su condición humana, independientemente de sus síntomas y características.

El rasgo diferencial de esta relación estriba en que el paciente puede confiar en ella. Esto se consigue a través de la actitud honesta, auténtica, veraz y genuinamente interesada, del terapeuta. Esta relación es, en sí misma, curativa.

La alianza terapéutica, componente crucial de esta relación, se refiere a la colaboración activa y acuerdo mutuo sobre los objetivos y tareas del tratamiento. La creencia en la posibilidad de cambio es fundamental, ya que la esperanza y la expectativa positiva de ambos favorecen los resultados terapéuticos.

«La terapia efectiva implica una relación auténtica y genuina entre el terapeuta y el cliente, basada en la empatía, la aceptación incondicional y la congruencia.»

Carl Rogers