Dificultades psicológicas más habituales en la infancia

por | Oct 30, 2025

La infancia es una etapa de descubrimiento, aprendizaje y desarrollo constante. En estos primeros años de vida, los niños aprenden a conocer el mundo, a comprender sus emociones y a construir su identidad. Sin embargo, este proceso no siempre es lineal ni sencillo: pueden aparecer dificultades emocionales o conductuales que afectan a su bienestar y al de su entorno. Detectarlas a tiempo y ofrecer acompañamiento adecuado puede marcar una gran diferencia en su desarrollo.

¿Por qué es importante prestar atención a las señales?

Los niños no siempre saben expresar con palabras lo que sienten o piensan. A menudo, su malestar se manifiesta a través de cambios en el comportamiento, el sueño, la alimentación o las relaciones con los demás. Por eso, los adultos juegan un papel clave a la hora de observar y comprender estas señales.

Algunas señales que pueden indicar una posible dificultad emocional son:

  • Cambios bruscos en el humor o el comportamiento.
  • Retraimiento o falta de interés por actividades que antes disfrutaban.
  • Problemas de sueño o pesadillas frecuentes.
  • Quejas físicas sin causa médica aparente (como dolor de cabeza o de estómago).
  • Rabietas intensas o dificultad para controlar la frustración.
  • Bajo rendimiento escolar o falta de concentración.

No todas las señales indican un problema, pero prestarles atención y actuar con sensibilidad ante ellas es fundamental. A veces, simplemente hablar, escuchar y ofrecer un espacio de calma ya puede suponer un gran alivio para el niño.

Dificultades psicológicas más comunes en la infancia

A continuación, exploramos algunas de las dificultades más frecuentes que pueden aparecer durante la infancia. Entenderlas es el primer paso para acompañar a los niños con empatía y ayudarles a superar los retos que enfrentan.

1. Ansiedad infantil

Sentir miedo o preocupación es algo natural, incluso necesario para el desarrollo. No obstante, cuando esos miedos se vuelven excesivos o persistentes, pueden afectar la vida diaria del niño.

  • Ansiedad por separación: miedo intenso a estar lejos de los padres o cuidadores.
  • Ansiedad social: temor a hablar o interactuar con otros niños o adultos.
  • Miedos específicos: como miedo a la oscuridad, a ciertos animales o a quedarse solo.

La ansiedad infantil puede manifestarse con llanto frecuente, resistencia a ir al colegio, quejas físicas o preocupación constante. Trabajar la regulación emocional, enseñar técnicas de relajación y ofrecer seguridad desde el entorno familiar son claves para su mejora. Además, la intervención de un psicólogo infantil puede ayudar a reducir los síntomas y prevenir que se cronifiquen.

2. Trastornos del sueño

El sueño es esencial para el desarrollo físico y mental de los niños. Dormir mal puede influir en su estado de ánimo, su capacidad de atención y su aprendizaje.

  • Dificultad para conciliar el sueño.
  • Pesadillas o terrores nocturnos.
  • Despertares frecuentes o miedo a dormir solos.

Crear rutinas estables antes de dormir, reducir el uso de pantallas por la noche y ofrecer un ambiente tranquilo son estrategias eficaces. Si las dificultades persisten, conviene consultar con un profesional para descartar causas médicas o emocionales subyacentes.

3. Dificultades emocionales

Las emociones son parte esencial del crecimiento. Sin embargo, algunos niños pueden tener problemas para reconocer, expresar o manejar lo que sienten. La tristeza, la irritabilidad o la falta de motivación pueden ser señales de que algo no va bien.

Las emociones intensas pueden manifestarse a través de comportamientos como el aislamiento, las rabietas, la agresividad o la pérdida de interés por actividades cotidianas.

Acompañar a los niños en la gestión emocional implica ayudarles a poner nombre a lo que sienten, validar sus emociones y enseñarles estrategias para calmarlas. No se trata de evitar el malestar, sino de ofrecerles herramientas para manejarlo de forma saludable.

4. Problemas de conducta

Las conductas desafiantes son una de las causas más comunes de preocupación en las familias. Algunos niños pueden mostrar desobediencia, impulsividad, dificultad para seguir normas o comportamientos agresivos.

Detrás de estas conductas, muchas veces hay frustración, dificultades para expresar emociones o problemas de autoestima. En lugar de centrarse solo en “corregir” la conducta, es importante buscar qué la provoca. El apoyo psicológico puede ayudar a mejorar la comunicación familiar y ofrecer pautas para manejar los límites con cariño y firmeza.

5. Dificultades de atención e hiperactividad

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una de las dificultades más conocidas, aunque no siempre se diagnostica correctamente. Los niños con TDAH suelen presentar inquietud, impulsividad y problemas para concentrarse.

Sin embargo, no todos los niños distraídos o activos tienen este trastorno. Factores como el sueño, la ansiedad o la sensibilidad también pueden influir. Una evaluación psicológica permite entender mejor las causas y diseñar estrategias personalizadas para mejorar la concentración y la autorregulación.

6. Dificultades en las habilidades sociales

Aprender a relacionarse requiere tiempo y práctica. Algunos niños pueden sentirse inseguros, tímidos o tener problemas para comprender las normas sociales, lo que puede generar aislamiento o conflictos con sus compañeros.

Fomentar la empatía, enseñar habilidades comunicativas y ofrecer oportunidades de interacción positiva son formas efectivas de fortalecer las habilidades sociales. El juego compartido y las actividades grupales son excelentes herramientas para mejorar estas competencias.

7. Trastornos del estado de ánimo

Aunque a veces se piensa que la depresión solo afecta a los adultos, también puede aparecer en la infancia. Los síntomas pueden diferir: en lugar de tristeza evidente, los niños pueden mostrar irritabilidad, cambios en el apetito, cansancio o retraimiento social.

La depresión infantil requiere una detección temprana y tratamiento adecuado. El apoyo familiar y el acompañamiento psicológico son esenciales para la recuperación.

El papel de la familia y el colegio

La familia y la escuela son los principales contextos en los que el niño se desarrolla. Cuando ambos trabajan coordinadamente, se puede ofrecer una red de apoyo sólida y coherente.

Es importante fomentar la comunicación abierta y sin juicios, reconocer los logros y esfuerzos del niño, y mantener rutinas estables que aporten seguridad. Escuchar activamente lo que el niño expresa, incluso si no lo hace con palabras, y pedir orientación profesional si hay dudas o preocupaciones.

El trabajo conjunto entre familia, escuela y profesionales de la psicología permite detectar a tiempo las dificultades, prevenir problemas mayores y promover un desarrollo emocional saludable.


En definitiva, la infancia es una etapa llena de aprendizajes, pero también de retos. Las dificultades psicológicas forman parte del proceso de crecimiento y, con el apoyo adecuado, pueden superarse con éxito. Identificar a tiempo los signos de malestar y acompañar a los niños desde la comprensión y la empatía es clave para fomentar su bienestar emocional.

En ANAM Psicología acompañamos a las familias en este camino, ofreciendo orientación y apoyo profesional para que cada niño pueda desarrollarse de forma equilibrada, segura y feliz.

Si observas cambios significativos en el comportamiento o en el estado emocional de tu hijo, recuerda que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino un acto de cuidado y amor. Un pequeño paso puede marcar una gran diferencia en su presente y en su futuro.