El abuso sexual en la infancia
En Anam, entendemos que hay heridas que no se ven, pero que pueden marcar profundamente la vida de una persona. Una de las más dolorosas y difíciles de poner en palabras es el abuso sexual en la infancia. Es un tema que conmueve, incomoda y a veces se evita. Pero hablar de ello con respeto, delicadeza y empatía es el primer paso para sanar.
¿Qué es el abuso sexual infantil?
El abuso sexual infantil ocurre cuando una persona adulta, o en ocasiones un adolescente, involucra a un niño o niña en actividades sexuales que no puede comprender, para las que no está preparado y a las que no puede consentir. Puede implicar contacto físico o puede darse sin contacto directo, por ejemplo, al obligar a presenciar actos sexuales o exponer al menor a contenidos inapropiados.
En muchos casos, el agresor utiliza amenazas, engaños o chantaje emocional para obtener el silencio del niño. Estas estrategias, aunque no constituyen abuso por sí mismas, forman parte del entorno abusivo y dificultan aún más la detección y el acompañamiento.
El impacto va más allá
El abuso no termina cuando cesa el acto. Sus efectos pueden durar años o incluso décadas: confusión, vergüenza, culpa, miedo, dificultades para confiar, ansiedad o depresión.
Lo más importante es recordar que la responsabilidad nunca recae en el niño o la niña.
¿Cómo acompañar?
Si sospechas que un niño o niña puede estar sufriendo abuso, o si un adulto está recordando experiencias dolorosas de su infancia, lo más importante es acercarse desde el cuidado y la contención:
- Escuchar sin interrogar.
- Validar lo que sienten.
- Evitar minimizar o dudar.
- Buscar apoyo profesional.
Un espacio seguro para sanar
En Anam, acompañamos procesos terapéuticos con la sensibilidad y la formación que este tipo de heridas requiere. Nuestra misión es ofrecer un espacio seguro donde cada persona pueda reconstruir su historia y reconectar con su fuerza interior.
Sabemos que hablar de abuso sexual infantil es doloroso. Pero también sabemos que el silencio perpetúa el daño. Por eso, desde el respeto profundo, elegimos hablar, acompañar y cuidar.
Si tú o alguien que conoces necesita ayuda, en Anam estamos para vosotros.