Los diferentes tipos de apego

por | Oct 10, 2025

¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas se sienten cómodas pidiendo ayuda o expresando lo que sienten, mientras otras prefieren guardar silencio o alejarse ante los conflictos? La respuesta puede estar en el tipo de apego que cada persona ha desarrollado, ya que, desde que nacemos, todos los seres humanos necesitamos sentirnos seguros y protegidos. Por lo que, desde la infancia comenzamos a buscar dicha seguridad a través del vínculo con las figuras de referencia (que normalmente son los padres o cuidadores).

La forma en que esas primeras relaciones se establecen deja una huella profunda que influye en cómo nos relacionamos con los demás a lo largo de la vida. Es por esto que comprender qué es el apego y qué tipos existen puede ayudarnos a entender nuestras relaciones de pareja, la manera en que gestionamos las emociones o incluso cómo nos relacionamos con nuestros hijos.

¿Qué es el apego?

El apego es el vínculo emocional que desarrollamos con las personas más cercanas a nosotros, especialmente durante la infancia, y este lazo influye directamente en la forma en que nos relacionamos cuando somos adultos. Es decir, se trata de una “base segura” desde la cual exploramos el mundo.

Cuando de pequeños nos sentimos atendidos y protegidos, aprendemos que podemos confiar en los demás y también en nosotros mismos. Pero, por el contrario, si nuestras necesidades no fueron cubiertas adecuadamente, podemos crecer con inseguridades o miedos que se trasladan a la edad adulta.

Aunque el apego nos influye en gran medida, no determina de manera absoluta cómo serán nuestras relaciones futuras, ya que los patrones de apego pueden modificarse gracias a nuevas experiencias y al trabajo terapéutico. No es necesario que una persona se encasille en un tipo específico de apego, ya que estas clasificaciones son generales y cada historia personal es única. Por tanto, comprender nuestro estilo de apego nos invita a conocernos mejor y nos da la oportunidad de construir vínculos más seguros y satisfactorios, potenciando así nuestro bienestar emocional.

Tipos principales de apego

Se han identificado cuatro grandes tipos de apego, cada uno de los cuales se caracteriza por distintas maneras de percibir y gestionar tanto la cercanía como la intimidad emocional, lo que repercute en la confianza, la comunicación y la resolución de conflictos en las relaciones interpersonales que establecemos en la vida cotidiana. Por lo tanto, no son “etiquetas” rígidas, sino patrones que nos ayudan a entender cómo nos vinculamos.

Apego seguro

El apego seguro surge cuando nuestras figuras de referencia están emocionalmente disponibles, nos atienden de manera constante y nos brindan cariño y protección. No solo cubren necesidades básicas como alimentación o higiene, sino también las emocionales como son consuelo, apoyo y reconocimiento.

Características en la infancia

  • El niño/a con este tipo de apego se atreve a explorar el mundo sabiendo que puede volver a un “refugio” seguro cuando lo necesite.
  • Busca consuelo si se cae, muestra curiosidad, expresa tristeza o enfado sin temor y se siente valorado.

Características en la adultez

  • Disfrutan de relaciones sanas, saben pedir ayuda y expresar emociones, confían en los demás y en sí mismos.
  • Los conflictos se viven como retos que pueden resolverse sin miedo a perder la relación.

Ejemplo: Una persona con apego seguro discute con su pareja, expresa sus necesidades y confía en que juntos encontrarán soluciones, sin miedo a que la relación termine por una diferencia de opinión.

Apego ansioso o ambivalente

Este estilo nace en entornos de cuidado impredecibles, es decir, aquellos en los que los adultos son intermitentes, lo que significa que a veces están disponibles y otras no. Esto provoca que el niño/a nunca sepa cuándo va a recibir cariño, apoyo o atención, lo que genera en él/ella inseguridad y miedo a la separación.

Características en la infancia

  • El niño/a busca constantemente a su figura de referencia, le cuesta quedarse tranquilo al separarse y explora poco su entorno.
  • Suele llorar con facilidad ante la ausencia y necesita continuas muestras de afecto para sentirse seguro.

Características en la adultez

  • Suelen temer el abandono, buscan validación y aprobación constante y pueden desarrollar relaciones de dependencia emocional.
  • Les cuesta tolerar el silencio o la distancia emocional, interpretándolos como señales de rechazo.

Ejemplo: Alguien con apego ansioso necesita que sus seres queridos le confirmen constantemente su afecto; si su pareja tarda en contestar un mensaje, puede interpretarlo como desinterés y llegar a preocuparse en exceso.

Apego evitativo

El apego evitativo aparece cuando los adultos de referencia son fríos o poco expresivos emocionalmente. Aunque puedan ser responsables en lo práctico, no muestran afecto ni validan las emociones del niño, premiando la autonomía y evitando el contacto emocional.

Características en la infancia

  • El niño/a aprende que expresar tristeza o miedo no genera cercanía, sino incomodidad o rechazo.
  • Por eso reprime sus emociones, se vuelve muy autónomo y evita depender de los demás.

Características en la adultez

  • Valoran mucho la independencia, les cuesta pedir ayuda y tienden a evitar relaciones muy estrechas.
  • Hablan de problemas sin conectarse con lo emocional, huyen de la vulnerabilidad y se muestran autosuficientes.

Ejemplo: Una persona con apego evitativo puede mostrarse distante en sus relaciones; si su pareja expresa emociones profundas, se siente incómoda y prefiere resolver las cosas por sí sola.

Apego desorganizado

Este estilo surge en entornos muy inseguros, donde quienes deben proteger también generan miedo o daño. El niño/a recibe mensajes contradictorios, como “acércate” y “mantente lejos” al mismo tiempo, lo que genera confusión.

Características en la infancia

  • El pequeño/a puede buscar cercanía y huir al mismo tiempo, mostrarse agresivo/a o actuar de forma errática.
  • Este patrón suele relacionarse con experiencias traumáticas, abandono o maltrato.

Características en la adultez

  • Suelen tener relaciones intensas e inestables, alternando entre dependencia extrema y rechazo brusco.
  • Les cuesta regular sus emociones y tanto la cercanía como la distancia les generan ansiedad.

Ejemplo: en una discusión de pareja, alguien con apego desorganizado puede pasar del llanto al enfado, terminar la relación de forma abrupta y luego buscar la reconciliación inmediata.

¿Por qué es importante conocer nuestro estilo de apego?

Nuestros primeros años marcan la forma en la que aprendemos a relacionarnos, no solo de niños, sino durante toda la vida. El apego no desaparece cuando crecemos; sino que lo vamos adaptando y utilizando en nuestras relaciones de amistad, pareja o familiares.

Entender el tipo de apego que predomina en nosotros no significa quedarnos “encasillados”. Más bien nos da pistas sobre cómo nos relacionamos y qué áreas podemos trabajar. Por eso, con terapia psicológica, autoconocimiento y relaciones sanas, es posible transformar un apego inseguro en uno más seguro y satisfactorio.

En definitiva, nuestros estilos de apego no son etiquetas fijas ni una condena, sino que conocerlos es una oportunidad para comprender mejor nuestras fortalezas, dificultades y retos. Identificar el propio patrón es un primer paso para mejorar las relaciones, construir mayor bienestar emocional y abrir la puerta a vínculos más sanos y seguros.

Si te sientes identificado con alguna dificultad relacionada con este tema o quieres mejorar la manera en la que interactúas, recuerda que siempre se puede trabajar y transformar. Tomarse un tiempo para el autocuidado y, si lo necesitas, buscar apoyo profesional puede marcar una gran diferencia.

En ANAM Psicología estamos aquí para acompañarte en este proceso de autoconocimiento y crecimiento personal, ayudándote a explorar tu historia y a construir vínculos que se conviertan en fuente de alegría, confianza y estabilidad.